Hagamos ruido. Para no escucharme. Sí, esto de la convivencia es algo difícil, más aún cuando debes socializar con tu otro yo solamente en tiempos de guerra.
Por los que intentaron y nunca pudieron, bienvenidos al pseudo-apogeo de mi autoestima. El apogeo de la belleza intelectual.
Voy a reposar sobre el frío de mis recuerdos, buscando el calor de las experiencias, y recién allí podré descansar. Es algo confuso, es que me siento tristemente satisfecha. Me encontré conmigo después de tanto avanzar en retroceso, pero era la persona equivocada. Absolutamente todo me roba una sonrisa, resignada.
Voy a desmaterializarme en pleno vuelo y regaré de cenizas tu jardín. Dejaré fluir mi maldad en estado puro y me echaré a reír luego de dos sorbos de café.
Voy a vendar mis ojos hasta que mis palabras lo hayan destruido todo y voy a amarrar mis manos hasta que mis pies hayan caminado lo suficiente.
Es todo lo que tengo.
Con desesperación intenté escuchar lo que no dijiste. Estuve detrás de lo invisible todo este tiempo, esperando a ser descubierta.
Siento no haber sido lo que esperabas, pero prometo volver cuando lo logre.
Aunque tenga que mirarte de lejos esta vez y hacerte presente en mi desde un suspiro de viento.
El arte que encontré en el caos, nos hará esclavos de lo imposible; pero nuestra rebeldía de oponernos al resto, nos unirá cada vez más.
No te olvides, somos uno, dos, tres; paralelos y efímeros de color cristal.
Tu visión, no es mi visión, y tu paz será mi paranoia.
Dulce pero amarga, nace desde la venganza mi humilde decadencia.
¿Me equivoqué?
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