El
recuerdo de una sensación me ha hecho sonreír, y esta cursiva dolor se enreda
entre delirios. De mis ojos brotaron fuertes tormentas pero nunca dejé atrás la
posibilidad de ser. De la mano del viento, la nada misma me ciega y me tienta a
buscar más. Hoy me quiero perder, hoy no quiero volver. Olvidé mi nombre en
algún cajón roto y extraño el sabor a mentira de tantas promesas.
No se
puede expresar en palabras la noción de un vicio. Mirarte y destruirte.
Reinventarte en mí.
Hasta
que de una vez entendí, que se trata de trascender el acto, paralizar el tiempo
y proyectarse en alas de papel. Las
cartas que nunca leí fueron fuente de inspiración e inventé una canción por si
acaso regresabas.
El
indicio de que algo falló, la mirada que penetró; hoy resultan en locura, y tal
vez me amaste…a tu manera.
Fascinada
por la fragilidad, el sol trasluce tu cristal. Afuera se ve nublado, adentro,
quisiera estar.
Y por
cada “si” que traduzco en “no” te alejo de mí sin querer, no necesito verte
para sentirte. Se fusionan los fragmentos de dos historias pasadas, a la espera
de una razón que sustente esas ganas de huir. Hoy el miedo me constituye y
destiñe en mi esencia un dejo de placer. La costumbre de errar y volver a
empezar.
El
desafío de quererte en una hoja en blanco e intentar seducirte en palabras, es
un juego que propuse nunca acabar. Letra por letra nos deshacemos en el calor
de la incertidumbre, y mañana cuando despertemos, tan juntos pero tan ausentes,
nos dejaremos caer en un nuevo interrogante que constantemente evitamos
responder.
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