Cuando
los límites han desaparecido y ya no hay nada que ofrezca contención, temes
desaparecer, tras seguir el rastro de barcos perdidos. Y ser consciente de la inutilidad de los
actos, y de la profundidad de la herida. Es cuando me siento a escribir.
Me confié de una fortaleza que nunca tuve, o no sé dónde perdí. No corrijas mis errores, es que no quiero aprender. Para qué releer, para qué revisar. La terquedad me corrompe y es un vicio peligroso. Como si un placer etéreo inundara mi ser cada vez que te pienso. Hay algo que no quisiste entender, y es que estábamos destinados a coexistir; pero nos evaporamos en cada lágrima…así de efímeros como nuestro encuentro. Y entendí que tenía que irme, aunque me hubiese gustado tanto quedarme; pero me llevo conmigo la más dulce tragedia: haber caído en la tentación de un final anunciado.
Me confié de una fortaleza que nunca tuve, o no sé dónde perdí. No corrijas mis errores, es que no quiero aprender. Para qué releer, para qué revisar. La terquedad me corrompe y es un vicio peligroso. Como si un placer etéreo inundara mi ser cada vez que te pienso. Hay algo que no quisiste entender, y es que estábamos destinados a coexistir; pero nos evaporamos en cada lágrima…así de efímeros como nuestro encuentro. Y entendí que tenía que irme, aunque me hubiese gustado tanto quedarme; pero me llevo conmigo la más dulce tragedia: haber caído en la tentación de un final anunciado.
Intentando
esconderte como uno más del montón, es innegable que has roto mis esquemas, y
no comprendo aún, cómo es posible que haya tanta diversidad de maravillas en tu
ser.
Así
como un engaño de los más perfectos, adormeces las tristezas y enseñas a
querer; para luego perturbar hasta desvanecer el ánima. Te regalo el más
sentido de mis suspiros, en tránsito de extinción. Quema respirar cuando se emerge del agua, y
prefiero ahogarme hasta anestesiar cada memoria. Ya no existe rincón del cuerpo
que se pueda ocultar, cuando tus manos han desatado el nudo de la calma: la
catástrofe que nos lleva a hacer el amor.
Se posa
sobre mis labios el principio de locura, y no hay palabras que se resistan a embriagarse en un vaso de
alcohol. Perdón por no poder ser aquello que tanto buscabas. Y yo no buscaba
nadie y te buscaba a vos.